31 de marzo de 2010

BON DIA DES DE LA VILA DEL PINGÜÍ





Nunca sabes cuando puede girar tu perspectiva 180 grados. El día menos pensado te apoyas mal en un sillón, éste cede y acabas perdiendo el horizonte. Es como cuando de pequeños nos sentábamos en el sofá con las piernas en el respaldo y la cabeza colgando. Era entonces cuando nos dábamos cuenta por primera vez de lo anormal de la normalidad de nuestro salón. Que debajo de la mesa había un mundo paralelo lleno de polvo, que, del revés, la barriga de tu padre era asombrosamente más grande, y lo más sorprendente: mirar hacia abajo era mirar hacia arriba y mirar hacia arriba era mirar hacia abajo. Como estar en el espacio exterior pero sin salir de casa.
Por si no queda claro: este post va de una caída. Pero una caída sonriente. De las de Iol.
:)

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